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lunes, 10 de septiembre de 2018

BOCAS DE FUEGO “ESPAÑOLAS” EN EL KREMLIN

Artículo publicado en la Academia General Militar por uno de nuestros compañeros de viaje.

Fernando Martínez de Baños Carrillo
Coronel de Artillería (R)
Doctor en Historia
Antiguo profesor de la Academia General Militar

La Plaza Roja y la muralla del Kremlin de Moscú (Foto: Martínez de Baños)
“Si visita el Kremlin de Moscú, el guía que le está mostrando todo el entorno es posible que le comente que entre los trofeos de guerra allí depositados se encuentran ocho cañones “españoles”. Están expuestos, junto a muchos más, en el exterior del edificio llamado El Arsenal, situado a la izquierda de la puerta por la que se accede al recinto, después de cruzar la Torre de la Trinidad (Troitskaya).

Si el que escucha esta explicación es militar e historiador, como es mi caso, no cabe duda que se le activa en su interior un deseo de saber más del tema. Aparte de preguntar al guía al respecto in situ, en cuanto pisé tierra española me puse a investigar esta curiosidad.

Después de consultar documentación variada, podemos atrevernos a dar un poco de luz a la historia de esos cañones que allá están.

Nos tenemos que retrotraer a los últimos años del siglo XVIII, cuando España y Francia eran aliados y países amigos por el “Segundo Tratado de San Ildefonso” del 16 de agosto de 1796. Entre las obligaciones militares que España contrajo con Francia, una de ellas era que nuestro país debía apoyar con tropas al despliegue napoleónico en Europa.

De acuerdo con esto, avanzamos un poco en el tiempo y llegamos al año 1806, cuando Napoleón solicitó el envío de 14.000 soldados españoles a Alemania. La misión encomendada era el reforzar los puertos marítimos del mar Báltico, con el objeto de lograr un mejor bloqueo de Gran Bretaña que el Emperador había decidido.

Exposición externa cañones capturados. (Foto: Kremlin)
Para llegar al número de soldados solicitado, salieron tropas españolas del reino de Etruria (Ducado de Parma y la Toscana), y otras desde la península ibérica. Todas, al mando de Pedro Caro y Sureda, “Marqués de La Romana”, formaron parte de La Grande Armée.

Las tropas españolas, que ya alcanzaban la cifra de 15.000, llegaron a Dinamarca en febrero de 1808, después de superar muchas vicisitudes, donde fueron muy bien acogidos por los habitantes de aquel país. Una prueba de ello nos lo dice Gonzalo de Porras y Rodríguez de León en su obra De los últimos de Kronstad y otros olvidados de la guerra de la Independencia: “… confraternizando fácil y normalmente con los naturales del país que preferían tener alojados diez españoles en lugar de un solo francés, holandés o italiano, …”.

Cuando se producen los hechos del 2 de mayo de 1808 en Madrid, las trágicas noticias fueron llegando poco a poco a oídos de los españoles destinados en tierras danesas. Napoleón empezó a desconfiar de las intenciones de los españoles y ordenó que los regimientos del Marqués de “La Romana” fueran desperdigados para evitar que desertaran o que le hicieran la guerra. Napoleón, después del 2 de Mayo, había pasado de ser aliado a ser enemigo.

A pesar de las órdenes dadas por el Emperador, y resumiendo mucho el relato, “La Romana” al mando de las tropas españolas tomó la decisión de regresar a España a bordo de buques británicos, no sin superar graves situaciones militares contra los soldados franceses.

“La Romana” seguía los consejos que le había dado el Secretario de Estado de España Manuel Godoy:

“Si durante su comisión a Dinamarca se entablara una guerra hispano-francesa, tú librarás tu división de que sea hecha prisionera”.

Pero no todos consiguieron regresar a España. Al menos, algo más de 5.000 quedaron prisioneros de los franceses, que los trasladaron a Francia en cadenas de presos siendo duramente maltratados y humillados. En este país fueron encarcelados en diferentes prisiones y castillos, realizando algunos de ellos trabajos forzados desde el segundo semestre de 1809 hasta los primeros días de 1810.

Sin entrar en complacencias que muchos de los mandos españoles tenían con el rey intruso de España de 1808 a 1813, José I Napoleón, se creó en Avignon (Francia), el 13 de febrero de 1809, un Regimiento formado por prisioneros españoles voluntarios. Fue a través de un Decreto firmado por Napoleón, en la fecha citada, por el que se hizo realidad el Regimiento llamado José Napoleón. Más tarde, esta unidad se fue organizando en Montpellier (Francia) en base a cuatro batallones de infantería, con 800 hombres cada uno, más uno de Reserva, según la orgánica francesa, y al mando de oficiales españoles.

Exposición externa cañones capturados. (Foto: Kremlin)
Muchos de los soldados que fueron reclutados o se alistaron voluntariamente, tenían la certeza que iban a regresar a España. Pero cuando vieron que esto no sucedía, ni iba a suceder, comenzaron a desertar. Estos soldados españoles eran muy veteranos y expertos en la lucha, y por esto, Napoleón los eligió para que formasen parte de la Grande Armée que iba a invadir Rusia.

Después de largas marchas para incorporarse al gran despliegue, las tropas españolas entraron en combate contra los rusos, por primera vez el 23 de julio de 1812, en la batalla de Vitebsk, y posteriormente el 17 de agosto, en Smolensko. El 7 de septiembre de 1812, un ataque español a las tropas rusas en Borodinó, llegó a ser muy confuso. Al parecer, los españoles pretendían entregarse a los rusos y avanzaron decididamente por el campo de batalla. Napoleón, viendo la maniobra y creyendo en el arrojo español envió en su ayuda a la caballería del mariscal Joaquín Napoleón Murat, haciendo que las tropas rusas huyesen en desbandada.

La batalla de Borodinó quedó recogida en la novela Guerra y Paz que escribió León Tolstói (1828-1910), publicada en 1869.

En otros muchos combates destacaron por su valor los componentes del Regimiento José Napoleón, de tal forma que fueron de los primeros en entrar en Moscú el 14 de septiembre de 1812. Allí acamparon cerca del Kremlin y se les encomendaron peligrosas misiones de protección. Del conjunto del regimiento apenas quedaban 300 hombres útiles. Muchísimos más estaban heridos, enfermos y agotados.

Ante la inminente llegada del invierno y la imposibilidad de mantenerse en Moscú, Napoleón ordenó el regreso de su ejército al Oeste. Para ello abandonó la ciudad el 4 de octubre de 1812 cuando el crudísimo invierno ruso estaba llamando a la puerta. El Regimiento español fue con ellos librando crueles combates o desertando sus componentes a las filas rusas en cuanto podían.

Monumento francés a los caídos en el cruce del rio Berezina. Foto: Martínez de Baños
Los días 26 al 29 de noviembre de ese año, 1812, es una fecha para recordar. Fue cuando se produjo el cruce del helado río Berezina, en la actual Bielorrusia (Belarús), y muy cerca de la ciudad de Borisov. En el transcurso de la operación y debido a los pocos puentes existentes y a las acciones ofensivas de los soldados rusos, se produjo una gran matanza de soldados napoleónicos. Murieron en combate, congelados y ahogados en el río.

En su honor, y no hace mucho tiempo, el Centro de Estudios Napoleónicos de París levantó un monumento que recoge el homenaje merecido de todos aquellos caídos, entre los que se incluyen soldados españoles. El texto reflejado en el mismo, escrito en francés y en ruso, dice: “Ici l’Armée de Napoleon a franchi la Berezina. 26 – 29 novembre 1812. Hommage aux soldats qui disparurent alors”.

De todo el Regimiento José Napoleón solo quedaron apenas 300. Llegaron a Vilna (Lituania) el 10 de diciembre de 1812. Doce días después, el 24, el Regimiento fue disuelto.

Los cañones

Pero volvamos a los cañones que han sido el motivo para redactar este artículo.

Decíamos al principio que en el Kremlin moscovita se conservan 8 piezas españoles tomadas a los franceses. Un cartel en este idioma colocado al lado de donde se encuentran las piezas, dice:

“Canons pris aux français en 1812, sur le territoire de la Rusie pour la victorieuse armée et la brave et fidéle nation russes. 366 francois. 189 autrichiens. 123 prussiens. 70 italiens. 40 napolitains. 34 bavarois. 22 hollandais. 12 saxons. 8 espagnols. 5 wirtembergeois. 4 polonois. 1 westphalien & 1 hanovrten. Total 875”.

Exposición externa cañones capturados. (Foto: Kremlin)
Sin duda, toda esta cantidad de material artillero existente, y otras muchas cosas del ejército francés, como partes de uniformes, equipos, Banderas y Estandartes, además de multitud de armas, custodiados en otros muchos museos existentes en los países que conformaron en su día la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se recogieron de los campos de batalla en la retirada de la Grande Armée del territorio ruso.

De las ocho piezas españoles, solo poseemos, por ahora, fotos de dos de ellas, así como algunos de sus detalles. El escudo que llevan, creemos que es el del “rey usurpador” José Napoleón (JN), aunque otras fuentes afirman que podría tratarse del escudo del mariscal Joaquín Napoleón Murat (1767 – 1815), que fue rey de Nápoles entre 1808 y 1815, lo que significaría que esas piezas de artillería, con las mismas letras “JN” se habrían fundido en el mencionado reino.

Escudo real de una de las piezas españolas, fundida en 1810. Foto: Nikolay Borkovoy
Aludiendo a este personaje, Murat, el Emperador Napoleón le reclamó para la campaña de Rusia en 1812, donde dirigió la vanguardia en la marcha a Moscú. En la batalla de Borodinó, donde también triunfó el regimiento español José Napoleón como ya hemos comentado, lanzó una espectacular carga que logró destruir la artillería rusa. Acción que enlaza con la valentía demostrada y ya glosada de los soldados españoles.

Debajo de cada uno de los escudos de los cañones, aparece escrito el año de la fundición de cada cañón: 1809 y 1810.

A tenor del diámetro de la boca de fuego, 8 centímetros, el calibre de la misma es de los llamados de “a 4”. Esto es que disparaba proyectiles esféricos (bolaños), de 4 libras de peso.

En uno de los tubos vemos grabados en uno de los zunchos unos orificios que en conjunto forman un triángulo. Esta señal es la marca del fundidor. Algo así como la marca de los canteros existentes en las piedras de las construcciones medievales. Toda esta artillería que formaba parte del Regimiento José Napoleón, debieron ser fundidos en Francia o Nápoles, no en España. Por otro lado, los puntos en línea labrados en otro de los zunchos, indican las veces que el cañón entró en Parque o las veces que había sido disparado.

Como conclusión de este acercamiento a la historia de los cañones españoles del Kremlin, creo que debo decir que fueron más bien cañones franceses usados en un regimiento con nombre francés, pero formado por soldados españoles. Soldados que habían pertenecido a la División española del Marqués de “La Romana”, y que su intención principal fue la de desertar del ejército francés, pasarse a los rusos y luchar contra aquellos que habían ocupado su patria, España.

Los que consiguieron unirse al ejército ruso, fueron organizados posteriormente, el 2 de mayo de 1813, en el Regimiento llamado Imperial Alejandro por orden del Zar Alejandro I. Esta nueva unidad se integró en la Guardia Imperial rusa y fue destinado a la corte de San Petersburgo, como escolta de la emperatriz madre. Ulteriormente, en 1814, y bajo el patrocinio del Zar, fueron enviados a España donde fueron recibidos con todos los honores, siendo auxiliados los soldados, entre otros, por los vecinos de la ciudad de Astorga (León).

Todos estos restos de material, como otros ya mencionados, los siguen conservando museísticamente como “trofeos” recogidos al enemigo. Personalmente entiendo que después de más de 200 años, el sustantivo “trofeos” debería sobrar de la oratoria demostrativa de los museos y exposiciones rusas y bielorrusas.

Epílogo

Vltima Ratio Regis (Última Razón del Rey); Sapientia, Fidelitas, Fortitudo (Sabiduría, Fidelidad, Fortaleza) y Todos para cada uno, y cada uno para los demás, son los lemas de la Artillería española que han regido, rigen y regirán allá donde se encuentre un artillero al servicio de España.

Y no me cabe duda que los artilleros que sirvieron las piezas de “a 4”, que hoy se conservan en el museo exterior del Arsenal del Kremlin de Moscú, hicieron honor a sus lemas despertando la admiración de los soldados rusos, franceses y de todas las nacionalidades que participaron en aquella gran ofensiva sobre Moscú y en aquella ominosa retirada de la Grande Armée de 1812”.


Exposición externa cañones capturados. (Foto: Kremlin)

Interesante, ¿verdad? ¡A ver si tenemos suerte y podemos verlos! 😉

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